Biografiado y biógrafo compartían algo: una fuerza creativa sin límites. Al primero, el pintor y grabador japonés Hokusai, esa pulsión le llevó a cambiar de nombre hasta una treintena de veces. Quería demostrar que se podía reinventar, que su arte estaba por encima de su firma. A Shotaro Ishinomori, autor del manga que cuenta la vida de Hokusai (EDT, 2012), su creatividad desbordante le llevó a producir un total de 500 tomos y 770 historias. A pesar de morir  con apenas 60 años, en 1998, esta prolijidad le valió, a título póstumo, el récord Guiness de dibujante de cómic con más producción publicada.

Ishinomori es considerado en Japón como ‘el rey del manga’, solo a la sombra de Osamu Tezuka, el ‘dios del manga’. Fue precisamente la admiración a este la que le  llevó  a dedicarse al dibujo, y su estilo es claro deudor del autor de ‘Astroboy’. El aprendiz pronto encontró su propio camino. En 1969 creó ‘Cyborg 009’, la primera serie de ciencia ficción japonesa que tenía como protagonista a un grupo de héroes con poderes.  Su obra de más éxito fue la archifamosa -en el archipiélago nipón- ‘Kamen Rider’, que primero fue una serie de televisión y después un manga del que el propio Ishinomori se encargó. Además de estas, publicó una historia de Japón en 55 tomos, y series más «cortas» como ‘Sabu to Ichi torimono hikae– (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)’. Un interesante manga  policíaco de 17 tomos que ojalá algún día se vea publicado por aquí. Para más información sobre el autor y su obra, la mejor fuente es Mangaland, el blog de Marc Bernabé.

Pero la obra que nos ocupa es ‘Hokusai‘, publicada en Japón en 1987. Hokusai (1760-1849) es, como dice el mismo Ishinomori en el epílogo de su manga, «un personaje realmente fascinante». Aunque disfrutó de cierto reconocimiento en vida en tierras niponas, su fama se hizo internacional cuando a mediados del siglo XIX su obra llegó a París e influyó a los pintores impresionistas. Suyas son pinturas como ‘La gran ola de Kanagawa‘ o ‘Fuji en días claros‘, que se han convertido en iconos universales del país del sol naciente. También dejó una serie de dibujos bajo el título de ‘Hokusai manga‘, famosos algunos de ellos por su carácter erótico. En 1981, Kaneto Shindô rodó una recomendable película, que en occidente se tituló ‘Edo Porn, en la que se relata cómo Hokusai llegó a pintar su más famosa estampa, ‘El sueño de la mujer del pescador’.

La gran ola de Kanagawa

Hokusai fue un artista apasionado, siempre en busca de la perfección. Pedía prórrogas a la vida solo para ser mejor pintor, y la muerte le pilló con el pincel en la mano. Así lo reflejan sus palabras:

[…] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado más en la esencia del arte. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos, poseerán vida propia […] Fuente: Wikipedia.

Ishinomori, con muy buen criterio, opta por renunciar a la narración lineal de la vida de Hokusai y prefiere centrarse en los episodios que considera ayudan más a entender su personalidad. El primer capítulo nos presenta a un Hokusai de 42 años que, llevado por sus ambiciones artísticas, decide cambiarse de nombre y renunciar a su holgada vida, porque necesita «libertad  para pintar todo tipo de cosas». Y bajo esa premisa vivirá el resto de sus días. Una y otra vez alcanza cierta fama como pintor, pero su inconformismo le lleva a volver a empezar desde cero.

Como todo gran artista, Hokusai era presa de sus debilidades. Su mayor flaqueza eran las mujeres, siempre asociadas a su faceta creativa. Ishinomori se recrea en este aspecto no de forma gratuita, sino con la clara intención de reflejar todas las aristas de la portentosa personalidad de su retratado. La otra gran debilidad del maestro fue su familia, que en más de una ocasión le dará disgustos.

En cierta medida, ‘Hokusai’, además de ser el relato de un viaje vital, es también un periplo por Japón. Buena parte del manga transcurre en los recorridos que el maestro hizo junto a sus discípulos para captar sus famosos paisajes. Ishinomori incluye en sus páginas reproducciones de las pinturas y dibujos, que ayudan tanto a asociar cada obra con su tiempo como a dar fuerza a la narración.

En cuanto al dibujo, como se ha dicho, Ishinomori recuerda muchísimo al Tezuka de la magnífica ‘El árbol que da sombra‘. Y sin embargo, tiene su propia voz y su propia candencia narrativa. Es esta menos osada que la del ‘dios del manga’, pero tiene pasajes pausados, de gran poesía, que logran trasmitir los estados de ánimo de Hokusai en cada momento. Llama la atención un repentino cambio de estilo a partir del capítulo 7, en el que el trazo es abocetado. Queda la duda si es algo con intención -ya que se corresponde con los momentos más decadentes del maestro- o simplemente que a Ishinomori se le echaban los plazos encima…

En cualquier caso, en su conjunto, ‘Hokusai’ es una obra excepcional. Bien podría haber estado entre las nominadas a mejor obra extranjera en el pasado Salón del Cómic de Barcelona, aunque ya se sabe que el manga no se prodiga en esta categoría. Un tebeo altamente recomendable, cuya edición por EDT acompaña. El tomo tiene 600 páginas y cuesta 15 euros, y su buena acogida ha llevado a que haya tenido una segunda edición.

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‘Hokusai’ en Comicalia